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Escrito por Erica Peck
Vamos a hablar de las semillas. Granos de mostaza para ser específico. Son la semilla más pequeña que un jardinero puede sostener, pero ese granito puede llegar a ser un árbol gigantesco, llegando a medir más de seis metros de altura. Es una planta que crece rápidamente, llegando a su potencial de altura en pocos años. Aunque comienza como la semilla más pequeña que jamás toques, llega a ocupar un espacio muy grande, así que debes asegurarte que hay suficiente espacio para cuando crece.
18 ―¿A qué se parece el reino de Dios? —continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19 Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. (Lc. 13:18-19)
Jesús siempre usaba ejemplos concretos de este mundo, cosas que se puede ver y tocar, para describir aspectos de sí mismo o del reino de los cielos en las parábolas. ¿Sabes que los árboles de mostaza crecen voluntariamente, como salvajes, en el Medio-Oriente y África? ¿Y que puede sobrevivir con tan poco 20 centímetros de lluvia? Es fuerte y resistente. Cuando Jesús contó esa parábola, es posible que estuviera caminando al lado de uno, señalando sus ramas para que todos pudieran ver y verdaderamente comprender.
En otro versículo, Jesús nos dice, “―Por la poca fe que tienen —les respondió—. Les aseguro que, si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible” (Mt. 17:20).
¿Alguna vez has tomado un grano de mostaza en tu mano? Es tan pequeña que fácilmente se te escapa y cae de tu mano. Pero Jesús nos dice que, si tenemos fe así de pequeña, “nada nos sería imposible.” Su reino crecerá como un grano de mostaza, gigantesco, creciendo rápidamente y hasta sobreviviendo las condiciones más duras que se encuentran. Yo sí creo que es la verdad. ¿Y tú? En tus círculos de influencia, ¿Dónde puedes plantar un grano de mostaza hoy? ¿Será una conversación con una compañera de trabajo? ¿En el corazón del hijo prescolar con sus manos pegajosas? ¿Con la mujer en el supermercado? Tu influencia tiene un alcance más allá de lo que te imaginas. Y tengo fe que Él va a usar las semillas para hacer crecer Su reino, fuerte y poderoso.
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Escrito por Johana Batres, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colorado Springs, CO
“...Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien siempre sirves, salvarte de los leones?” (Daniel 6:20)
Les invito a leer Daniel 6:10-22:
“10Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día. 11Cuando aquellos hombres llegaron y encontraron a Daniel orando e implorando la ayuda de Dios, 12fueron a hablar con el rey respecto al decreto real:
—¿No es verdad que Su Majestad publicó un decreto? Según entendemos, todo el que en los próximos treinta días adore a otro dios u hombre que no sea Su Majestad será arrojado al foso de los leones.
—El decreto sigue en pie —contestó el rey—. Según la ley de los medos y los persas, no puede ser derogado.
13Ellos respondieron: —¡Pues Daniel, que es uno de los exiliados de Judá, no toma en cuenta a Su Majestad ni el decreto que ha promulgado! ¡Todavía sigue orando a su Dios tres veces al día!
14Cuando el rey escuchó esto, se deprimió mucho y se propuso salvar a Daniel, así que durante todo el día buscó la forma de salvarlo. 15Pero aquellos hombres fueron a ver al rey y lo presionaron:
—No olvide Su Majestad que, según la ley de los medos y los persas, ningún decreto ni edicto emitido por el rey puede ser derogado.
16El rey dio entonces la orden, y Daniel fue arrojado al foso de los leones. Allí el rey animaba a Daniel:
—¡Que tu Dios, a quien siempre sirves, se digne salvarte!
17Trajeron entonces una piedra, y con ella taparon la boca del foso. El rey lo selló con su propio anillo y con el de sus nobles para que la sentencia contra Daniel no pudiera ser cambiada. 18Luego volvió a su palacio y pasó la noche sin comer y sin divertirse, y hasta el sueño se le fue. 19Tan pronto como amaneció, se levantó y fue al foso de los leones. 20Ya cerca, lleno de ansiedad gritó:
—Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien siempre sirves, salvarte de los leones?
21—¡Que viva Su Majestad por siempre! —contestó Daniel desde el foso—. 22Mi Dios envió a su ángel y les cerró la boca a los leones. No me han hecho ningún daño, porque Dios bien sabe que soy inocente. ¡Tampoco he cometido nada malo contra Su Majestad!”
Esta es una de mis historias favoritas.
Muchas veces creemos que es una historia sólo para niños, pero trae una gran enseñanza para nosotras también. Especialmente en esta parte: para crecer en cualquier área de nuestras vidas, se requiere disciplina. Asimismo, en nuestro andar con Dios, cultivar la disciplina espiritual de pasar regularmente tiempo con Él es una de las maneras de desarrollar nuestra confianza.
Daniel es un buen ejemplo de disciplina en el andar con Dios. De joven, comenzó a tomar decisiones sabias y cuidadosas (Daniel 1:8). También oraba con regularidad, "y daba gracias delante de su Dios" (6:10). Su búsqueda frecuente del Señor hizo que quienes lo rodeaban reconocieran fácilmente su fe. Incluso el rey Darío lo describió como "siervo del Dios viviente", a quien Daniel servía continuamente (vv.16, 20).
Como Daniel, nosotras también necesitamos desesperadamente a Dios. ¡Qué bueno saber que el Señor obra en nosotras para que anhelemos pasar tiempo con Él! (Fil. 2:13).
Por eso, presentémonos delante de Dios cada día y crezcamos en el conocimiento de nuestro Salvador (2 Pedro 3:18). Pasar tiempo con Dios nos transforma.
Pidámosle a Dios que nos ayude a pasar tiempo con Él regularmente, y de esa manera nos mantendremos enfocadas en Él y en Su palabra para ser transformadas.