Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
En Hebreos, el autor habla de despojarnos de todo lo que estorba o impide, en especial el pecado que nos asedia (12:2). Y al reflexionar sobre las cosas que más me impiden al vivir la vida totalmente entregada a Dios, reconocí el contraste entre lo que ayuda y lo que estorba.
Lo que me ayuda vivir totalmente entregada, da VIDA.
Verdad (Jn. 8:32)
Identidad en Cristo (Gal. 2:20)
Dios (Is. 40:28-31)
Agradecimiento (1 Tes. 5:18)
Dios nos invita a la vida totalmente entregada, abundante en Él (Jn. 10:10). Pero el ladrón que vino a robar, matar y destruir, presenta cualquier obstáculo en el camino o distracción en la mente para impedirnos en esa vida totalmente entregada.
TEMÍ lo que me impedía vivir la vida totalmente entregada.
Temor (Is. 43:1-2)
Excusas (Ester 4:14)
Mentiras (Jn. 8:44)
Inseguridades (Ex. 4:1-14)
Estos impedimentos son espinas que Dios puede eliminar, si lo permitimos, para que Él pueda seguir Su trabajo transformador de crecimiento y floreciente.
No estamos en la VIDA abundante a solas. Estamos rodeadas por una gran nube de testigos (Heb. 12:1) al despojarnos de todo lo que estorbe (Heb. 12:2). Y juntas podemos mantener los ojos puestos en Jesús y servir como hierro afilando a hierro, animándonos e inspirándonos a ser tan bellas como rosas a pesar de las espinas.
Pasa un tiempo hoy reflexionando en las espinas que te impiden en la vida totalmente entregada. Compártelas con una Hermana Rosa de Hierro y permite que ella te recuerde de la verdad al florecer juntas.
- Detalles
Como Hermanas Rosa de Hierro, celebramos la diversidad entre las rosas bellas en el jardín de Dios. Pero también reconocemos las espinas que nos impiden.
Era el atardecer una tarde del verano. El sudor escurría hasta mis ojos. Pero aguantaba la incomodidad al llenar mi envase de moras y en anticipación a un postre delicioso de moras.
Todos los años, disfruto buscar moras: los recuerdos de haberlas buscado en la granja de mis abuelos, el fruto de la labor en un día caluroso, y el éxito de haber cumplido algo difícil, conseguir una mora más justo fuera de mi alcance.
Estaba determinada de atravesar las viñas enredadas de los arbustos salvajes de moras para alcanzar el siguiente arbusto con moras aún más grandes, pero me quedé atrapada. La tentación fue demasiado grande. Pero las viñas espinadas que me rodearon se engancharon en mi ropa y cavaron en mi piel. No importaba por donde me movía, me enredé más y el dolor se aumentó.
Las espinas que caracterizan los arbustos de moras son viciosas, enredadas, frustrantes y una molestia que impide. Luchando para liberarme me hizo aún más difícil desalojar las espinas clavadas.
Las espinas no sólo se encuentran en los arbustos de moras o de rosas. ¿Cómo nos liberamos de ellas? Y ¿qué pasa cuando se nos enganchan las espinas de otros?
Dios nos invita a romper las espinas de ciclos destructivos que impiden nuestro crecimiento y nuestra libertad. Las espinas de nuestro pasado no tienen que definirnos ni entramparnos.
No hay espina demasiado clavada para Dios quitar. No hay viña espinada demasiado enredada para que Dios no te libere.
Cuando mi mamá buscó por Google el propósito de las espinas en los arbustos de moras, la primera respuesta que le salió fue la recomendación de plantarlas en una pared o con una cerca “para impedir a los jóvenes escalar.” No era la respuesta que esperábamos, pero me recordó cuánto permitimos que las espinas nos desalienten.
Satanás usará lo que sea para impedir nuestra libertad. Pero la libertad es una promesa del que rompe las espinas, el que transforma las vidas y el que redime los quebrantos y los dolores.
¿Cuál es una espina que quieres que Dios te libere? El Sanador es amoroso, paciente y amable, aún si la libertad de las espinas requiere disciplina, una podada o dolor.