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“Si primero no lo logras, vuelve a intentar.” No me acuerdo cuándo ni dónde primero escuché esa frase, pero sé que era muy joven.
Pero ¿cuál es la diferencia entre el éxito y el fracaso? ¿Será que el fracaso es sólo un paso hacia el camino de hacer las cosas mejor la segunda vez?
Un bebé no corre un maratón inmediatamente después de salir del vientre de su madre. Ella se cae una y otra vez al aprender a caminar y luego a correr. Un empresario no crea un negocio exitoso sin antes cometer algunos errores de novato.
Fracasamos mucho en el transcurso de la vida. No vamos a hacer todo perfectamente.
Y estos fracasos se pueden sentir como espinas que quisiéramos eliminar. Nos enfocamos en los aspectos negativos de los fracasos en vez de reconocer su valor para traer crecimiento en nuestro andar con Dios.
No estoy hablando de fracasos como los pecados continuos del cual debemos arrepentirnos y permitir la transformación de Dios para eliminarlos de nuestras vidas.
Al contrario, el fracaso es un error que cometemos por el camino. Estábamos caminando en la luz, pero nos tropezamos. Nuestro mejor esfuerzo no dio la talla. Lo hubiéramos hecho mejor si sólo…
Pero las espinas de fracaso pueden ser una bendición. Tal como las espinas protegen a la rosa y son una parte de su proceso de crecimiento, las espinas bendecidas de fracaso nos pueden proteger del orgullo y otros pecados que nos atrapan.
Te invito a considerar cuatro bendiciones de las espinas del fracaso:
1. El fracaso nos da compasión.
¿Sabes qué? ¡Nadie hace todo perfecto! Todos tenemos diferentes dones, talentos, intereses, y pasiones. Está bien no dar la talla con todo. Valoramos las contribuciones de otros cuando reconocemos sus fortalezas y nuestras debilidades. Más fácilmente perdonamos a otros cuando recordamos todo de lo que hemos sido perdonados (Mt. 18).
2. El fracaso nos enseña.
Alfred pregunta al maestro Bruce, también conocido como Batman, “¿por qué nos caemos?” La respuesta: “Para aprender a levantarnos nuevamente.”
Onésimo experimentó eso cuando Pablo le recomendó a su dueño original después de haber sido inútil para ellos anteriormente (Filemón). Onésimo había aprendido de sus errores y creció, como persona, siervo y cristiano.
3. El fracaso es un solo capítulo, no todo el libro de la vida.
“No se debe juzgar el libro de la vida de alguien por el capítulo por el que entraste.”
Dios es un Dios de perdón y redención. No nos trata como merecemos según nuestros pecados. Y no nos ve por la lente de nuestros fracasos, sino por la sangre redentor de Su Hijo. Nuestra identidad ya no es la de un pecador sino la de hijos redimidos del Padre. Sí, Pedro traicionó a Jesús, pero no fue lo que le definió porque…
4. Dios es mayor que cualquier fracaso.
El libro de Génesis (o quizás toda la Biblia) se puede subtitular “Dios se especializa en trabajar por los fracasos.” Él es más glorificado por nuestras fallas e incapacidades. Anhela que le pidamos ayuda en nuestras debilidades, porque es Su fuerza en la que dependemos (2 Cor. 12:9).
Te animo a tomar un momento para dar gracias a Dios por las bendiciones de las espinas del fracaso. Y también a tomar un momento para compartir en los Elementos Comunes con una hermana en Cristo, una Hermana Rosa de Hierro. Si el fracaso que quieres eliminar sí es un pecado, no permitas que te defina. Dios es el Dios de segundas oportunidades… pregúntale a Pablo, ¿cierto?
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Escrito por Faith Bailey
Cuando pienso en la restauración, varias ocasiones inundan la memoria. Se ha visto prisioneros cambiar los corazones de sus captores para Cristo y hacia la compasión; hombres y mujeres se han hecho enteros después de un desamor terrible; sueños se han transformado y resucitado; hermanos han dejado sus resentimientos y quejas; y matrimonios se han dado otra vez al Dios de Amor después de 50 años de daño y desconfianza. Quizás una de las maneras más maravillosas en la que Dios trae restauración en este mundo es en las relaciones. Hay que tener un poder mayor que el de este mundo para cambiar corazones y traer perdón, sanación, y compañerismo sincero.
En el verano pasado, podía ver un ejemplo de este proceso de primera mano, y comparar la restauración del mundo al poder transformador de Dios. En Ruanda en África occidental, tuve la oportunidad de trabajar con una escuela internacional y unos misioneros, y pasar bastante tiempo aprendiendo de los ciudadanos. Conocido por su historia trágica de genocidio y conflicto civil, los ruandeses han pasado los últimos años intentando mejorar su reputación y sanar sus relaciones. Suelen escuchar el mensaje que son unidos y que hay perdón completo.
Como extranjero de visita, uno estaría abrumado por la belleza absoluta del país y de la gente. Su corazón se rompería a causa de la historia y levantado a causa de la nueva historia de perdón y fraternidad. Sin embargo, se sentirá una obscuridad espiritual por todas partes. Si se quedara allí por mucho tiempo, vería el temor y desconfianza entre la gente en la calle.
De verdad creo que anhelan la restauración completa y continuarán animando este proceso de sanación y unidad con toda su fuerza. Muchos ven a Ruanda como un ejemplo increíble por el perdón hasta este nivel tan profundo. A pesar de su esfuerzo y el mejoramiento de su reputación, en muy pocas situaciones sentí la paz que viene cuando personas estén restauradas por el poder de Cristo.
Me di cuenta obviamente que las relaciones no pueden ser restauradas completamente por medio del esfuerzo humano, sino por Dios Padre y el trabajo del Espíritu Santo. Hay agentes de cambio en Ruanda quienes, por oración, buscan a personas de paz y usan sus círculos de influencia para facilitar esta sanación. En estos círculos, me sentí una ligereza y una tranquilidad. Entre cristianos que buscan a Cristo, compartimos historias de sus familias y de la guerra. No suelen hablar sobre estas cosas, pero los restaurados no tienen tanto miedo de lo que no se habla. Están dispuestos a dar a luz estas cosas, porque han experimentado el consuelo de Dios.
No sé completamente cómo se reponen los pedacitos otra vez. Pero sé que aparte de Él, no hay sanación duradera. Él restaura. Él revitaliza el alma. Él revive los huesos. ¿Quién más puede hacer lo que Él puede hacer?
“La mano del Señor vino sobre mí, y su Espíritu me llevó y me colocó en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Me hizo pasearme entre ellos, y pude observar que había muchísimos huesos en el valle, huesos que estaban completamente secos. Y me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?» Y yo le contesté: «Señor omnipotente, tú lo sabes».
Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos, y diles: “¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! Así dice el Señor omnipotente a estos huesos: ‘Yo les daré aliento de vida, y ustedes volverán a vivir…
Tal y como el Señor me lo había mandado, profeticé. Y mientras profetizaba, se escuchó un ruido que sacudió la tierra, y los huesos comenzaron a unirse entre sí. Yo me fijé, y vi que en ellos aparecían tendones, y les salía carne y se recubrían de piel, ¡pero no tenían vida!
Entonces el Señor me dijo: «Profetiza, hijo de hombre; conjura al aliento de vida y dile: “Esto ordena el Señor omnipotente: ‘Ven de los cuatro vientos, y dales vida a estos huesos muertos para que revivan’ ”». Yo profeticé, tal como el Señor me lo había ordenado, y el aliento de vida entró en ellos; entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie. ¡Era un ejército numeroso!
Luego me dijo…“Pondré en ti mi aliento de vida, y volverás a vivir. Y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, lo he dicho, y lo cumpliré. Lo afirma el Señor” (Ezequiel 37:1-5, 7-10, 14).
Tal como sabemos que las cosas de esta vida serán destruidas y rotas, la restauración pasa en el Reino de Dios cada día. Dios no hace promesas falsas. Si nos llama a amar a nuestros enemigos, podemos confiar de que ya conquistó la situación. En Cristo, tenemos la esperanza de restauración en nuestras relaciones, las cual son tan esenciales en la vida. Los huérfanos han sido colocados en familias. A los silenciados se ha dado una voz. Los cautivos de odio han sido libertados. Y Su restauración se estira continuamente más lejos y profundamente en estos corazones.