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Escrito por Jocelynn Goff, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Searcy, AR
¿Hay personas difíciles en tu vida? Seguramente no '-). ¡Ejem! Debemos admitir que hay relaciones que pueden ser bastante complicadas. Creo que todos tenemos personas en nuestras vidas a corto o largo plazo que pueden resultar difíciles. Tal vez un jefe, un compañero de trabajo, un vecino, un hermano, un padre, un hijo, un hermano o una hermana en la iglesia. Entonces, ¿cómo navegamos en estas relaciones difíciles? ¿Cómo reflejamos Su naturaleza? ¿Cómo podemos ser sal y luz para el mundo que nos rodea? En pocas palabras, ¿cómo nos llevamos unos con otros?
Por supuesto, queremos mirar a Jesús como nuestro ejemplo y cómo El interactuó con quienes lo rodeaban. Mientras escudriñamos las Escrituras, vemos en Génesis 1:27 “Dios creó al hombre a Su propia imagen…” Esto nos llama a respetarnos unos a otros como iguales a los ojos de Dios como Su creación. Esto no significa que debamos ser mejores amigos de todos, pero es necesario un cierto respeto.
En Juan 13:35 Jesús habla de un nuevo mandamiento de amarse los unos a los otros y dice: "en esto todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros". Esto parece una tarea bastante difícil. Sin embargo, todos conocemos la Regla de Oro, “así que, en todo, haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti…” Mateo 7:12. Sabemos de forma inherente cómo nos gustaría que nos traten, así que esto nos guía cuando pensamos en cómo tratar a los demás.
Pablo nos da principios que nos guían en Romanos 12:9-21. Un verso en particular, “‘si es posible, en la medida en que dependa de ustedes, vivan en paz con todos". Esto me indica que puede haber ocasiones en las que esto no sea posible. Por lo tanto, necesito recordar Mateo 10:16b. Cuando Jesús envió a los 12, les instó a ser “astutos [sabios] como las serpientes e inocentes [sencillos] como las palomas". He encontrado algunos consejos prácticos que te ayudarán a navegar las relaciones con aquellos que pueden encajar en esta categoría.
1. Escuchar y buscar puntos en común, áreas de común acuerdo y mantenerlas en la conversación, ya sea en el trabajo o en las interacciones personales.
2. Amarlos en donde ellos están, sin tomar la tarea de arreglarlos.
3. Plantar una semilla de verdad en la conversación.
4. Ser "cortésmente asertiva" para completar una tarea, ya sea con un reparador, un compañero de trabajo, un niño o cualquier otra persona en la que tengas que ayudarle a hacer su trabajo sin hacerlo por ellos.
5. Establecer un límite de tiempo determinado por la necesidad de la situación para la interacción. Este podría ser tan breve como cinco minutos, por ejemplo.
6. Incluir a otra persona en la conversación para amortiguar, neutralizar la intensidad del conflicto o ser testigo si las cosas se ponen difíciles.
7. Recordar que esa persona y esa relación no te define.
8. Hacer una autoevaluación y darte cuenta de que en realidad podrías ser tú la difícil en la relación. Si esto es cierto, arrepiéntete humildemente, discúlpate y comprométete con un nuevo modo de operación. Dar el ejemplo de asumir tu propia responsabilidad cuando corresponda.
9. Cubrir todas tus relaciones con oración pidiendo que el Espíritu Santo te acompañe y te indique si necesitas callar o salir de la situación.
Que Dios nos bendiga a todos mientras buscamos ser sabios, inocentes, amorosos, respetuosos, amables y veraces en nuestras relaciones.
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Conocí a la hermana Norma cuando estuve en Sacramento, California, para la conferencia de la mujer maravilla. Tuve el privilegio de compartir unas clases en inglés durante la conferencia y luego, el domingo por la mañana, pude también compartir sobre el Ministerio Hermana Rosa de Hierro con las hermanas hispanas durante la escuela dominical.
Norma se inspiró de tal manera que escribió un poema que compartió con las mujeres presentes para la confraternidad de damas unos meses después, en la Iglesia de Cristo Parkway, donde serví como expositora.
Les comparto su poema aquí para que también puedan apreciarlo y ser inspiradas por lo que Dios hace en la vida de cada una de nosotras.
Jesucristo la dádiva de vida
Era un pequeño capullo, rodeado de muchos espinos
Confiado iba por el mundo queriéndolos evadir,
A cada paso que daba, su corazón se marchitaba,
Su vida se ahogaba y apagaba a causa de cada espina clavada.
Aquel pequeño capullo que solo andaba en el mundo,
Rodeado de duros espinos que el enemigo clavó
Mi Cristo lo rescató. Pues una senda de espinos
En su camino halló y limpió, aquel pequeño capullo
Marchito, marchito por el dolor, mi Cristo vino a llamarle,
Sanarle y darle una vida mejor.
Señor, Señor mío, a tu llamado yo voy
A una senda gloriosa y llena de compasión.
Señor, Señor Jesucristo gracias por derramar su amor y perdón
Sobre este pequeño capullo que en bella rosa se convirtió,
Fuerte como el hierro, gozosa y triunfadora
Frente a las adversidades que el camino de espinos les causó.
Ahora, en rosa de hierro que con mucho amor
Cristo transformó, camina en la vida sirviendo al Señor, y
Orando con fe por todo capullo que mira
Marchitado y quebrantado por el dolor,
Para que también sean convertidas por el poder de Dios
En hermosas rosas de hierro al servicio de Dios.
Hermanas Rosa de Hierro, amorosas, virtuosas,
Hermosas, gozosas y triunfadoras,
Valientes y generosas. Sigamos sirviendo
En todo momento a nuestro Señor y Dios, Amen.