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Escrito por Nilaurys Garcia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Chile
Algunos lugares tienen ascensores y otros escaleras fijas o eléctricas. Subir escaleras puede ser difícil para niños, ancianos o alguna persona que tenga dolencias en su cuerpo. Piensa un segundo en el esfuerzo que haces tú para subir una escalera fija.
Hace un par de semanas mientras hablaba con una amiga le comenté que la vida cristiana es como subir una escalera mecánica que va bajando (nos conocemos desde hace más de 15 años así que soltó una carcajada, ella sabe que me gustan los ejemplos y esperó a que elaborara la idea). Algunos no entenderán la imagen que estoy proponiendo, pero déjenme explicarles. Subir escaleras mecánicas que bajan es un poco complicado, hay un movimiento que nos lleva hacia abajo por más que intentemos subir y tengamos la más grande fuerza de voluntad, pero si nos esforzamos y establecemos un ritmo de pasos constante podemos mantenernos ascendiendo e incluso llegar a la cima luego de sudar un poco. Sin embargo, ¿qué sucede si nos distraemos o tropezamos? Lo más probable es que la escalera nos arrastre hasta abajo un par de escalones o si perdimos mucho el ritmo que tengamos que volver a empezar de cero.
Nuestra vida espiritual es parecida a esta idea de subir una escalera eléctrica que va bajando, si nos esforzamos (estudiamos la palabra, oramos, nos mantenemos firmes, tenemos comunión con la iglesia) podemos ascender constantemente y crecer en nuestro caminar diario con El Señor Jesucristo. Se hace fácil ser cristiano cuando me siento llena de la bondad y el amor de Dios, es mucho más fácil esperar pacientemente en el tráfico de la ciudad cuando recuerdo que el gozo del Señor mi fuerza es y levantarme con un corazón agradecido porque Dios me ha regalado un nuevo día. Pero cuando dejamos que otras cosas nos distraigan y nos hagan perder el enfoque damos pasos en falso, nos arriesgamos a caer hasta el fin de la escalera y tener que comenzar de nuevo, olvido el gozo del nuevo día y me alejo de aquel que se entregó a sí mismo por mí.
Hemos escuchado muchas veces sobre estas características que pide Pedro nos esforcemos por: “añadir a nuestra fe, virtud; a la virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1:5-7 NVI). Todas estas características nos harán crecer en el conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo y evitarán que seamos inútiles e improductivos (v. 8). Si volvemos a la imagen de la escalera estamos constantemente esforzándonos por añadir estas cosas a nuestra fe (subir la escalera).
Aunque esta escalera sea un camino individual, pensemos en que todos estamos subiendo. La comunión con la iglesia es importante, estamos todos animándonos a dar el siguiente paso. Sin importar tu estatus, casada o soltera, todas estamos en este camino, estamos animando a otros y recibiendo su apoyo pues formamos parte de este gran cuerpo que tiene como cabeza a Jesús.
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Escrito por Débora Rodrigo, voluntaria para el Ministerio Hermana Rosa de Hierro en España
Soy una mujer soltera. Como muchas otras en mi sociedad. Además de soltera soy cristiana. Ahí es diferente, no hay muchas como yo en mi iglesia. Por alguna razón, las congregaciones no reflejan ese más de 50% de solteros que hay en la sociedad. Y no estoy hablando de personas que deciden no casarse y cohabitar en su lugar. Si no de personas que, por diversas razones, no viven en pareja. Muchos como yo no se sienten bienvenidos en sus iglesias, muchos, de hecho, dejan de congregarse por ello.
Si, como yo, eres soltera, tal vez te haya costado en alguna ocasión buscar actividades apropiadas para ti en la iglesia. Quizá alguna vez has sentido que no eres como los demás. O incluso tal vez has percibido un trato especial que te incomoda, aunque sabes bien que no viene de una intención discriminatoria. Déjame decirte que nada de esto responde a lo que la Biblia dice o a las enseñanzas de Jesús. En la Biblia los ejemplos de solteros son abundantes, y las enseñanzas con respecto a la soltería están también muy presentes.
Si eres soltera como yo, tal vez formas parte de ese grupo de personas en la sociedad con mayor número de conexiones en la comunidad, tal y como también muestran algunas estadísticas. Y tal vez, sólo tal vez, dispones de algo más de tiempo que te permite tener una mejor comunión con Dios y servir a la iglesia con más dedicación, como afirmaba el apóstol Pablo (1 Co. 7:32-33). En ese caso, tienes mucho más que aportar de lo que posiblemente has creído hasta ahora. Aunque no podemos negar que la familia, y por extensión, el matrimonio, es uno de los pilares de nuestras iglesias, no podemos olvidar que la Biblia y la enseñanza de Jesús está dirigida no a unidades familiares, sino a individuos. La Biblia se dirige a personas, personas que se relacionan con Dios y con otros. Y tú podrías ser un ejemplo en estas dos áreas. Primero, por tus múltiples conexiones con tu comunidad; y segundo, porque tu condición puede ser una oportunidad para acercarte más a Dios.
Soltera, no dejes que lo que parece o lo que otros puedan pensar apague tus fuerzas. No dejes que la corriente de lo que otros hacen, dentro o fuera de la iglesia, apague tus deseos de servir. Sé un ejemplo. Vive cada día del presente, independientemente de lo que hay alrededor, y esfuérzate al máximo en ser ejemplo para otros. Sé un ejemplo en tu relación con Dios y acércate cada día más a Él. Sé un ejemplo de una cristiana que conecta con otros y ama al prójimo.