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En vista de los ataques en Paris, nos quedamos con más preguntas que respuestas. Recordamos actos de terrorismo anteriores alrededor del mundo. Temor, ira, y tristeza opacan toda otra emoción.
Unos refugiados de Siria llegaron en Nueva Orleans, Luisiana, EEUU, el fin de semana pasado. Y el sufrimiento parece ser más y más común. Se constriñe mi pecho y mis pensamientos se abruman por toda la angustia.
En medio de las noticias desalentadores (no sólo de Paris), puede que nos cuesta dar gracias con acciones de gracias más allá de nuestras bendiciones personales.
Por lo tanto, hoy, en medio de circunstancias pesadas, doy gracias que aunque Satanás puede ganar una batalla, Dios ya ha ganado la guerra.
Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. (Romanos 8:37-39)
¿Cómo puedes dar gracias hoy?
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Una niña de dos años demuestra su rabia cuando las cosas no salen como quiere. Una adolescente te trata con silencio. ¿Qué haces cuando no recibes lo que quieres?
La demostración de rabia de la niña de dos años no va a cambiar la decisión de la mamá d no dejar que la hija saque las galletas del horno. La mamá sabe que se puede quemar la piel delicada de las manos de la hija y la quiere proteger.
El silencio que guarda la adolescente, ignorando a su padre, es una estrategia inefectiva para que él cambie de parecer en su petición de un carro nuevo.
¿Cómo reacciones cuando Dios no cumple con tus peticiones?
Uno de los aspectos más difíciles de la oración es confiar en la respuesta de Dios. Tenemos que depender de él para contestar a su manera y en el momento que él indica.
Cuando Dios escucha nuestras peticiones, puede que responda que sí, que no, o que esperemos. Sin embargo, Dios siempre contesta nuestras oraciones con crecimiento espiritual.
Entonces, no importa cuál sea la respuesta, nuestra mejor reacción es la de dar gracias:
- Gracias por saber y querer lo mejor para mí.
- Gracias por protegerme.
- Gracias por proveer lo que necesito, no lo que quiero.
- Gracias por aumentar mi fe.
- Gracias por seguir en control, aún cuando quiero tomar control de todo.
- ¡Gracias por ser Dios!