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¡Vamos a conocer a Erica Peck, la asistente del MHRH!
Erica, cuéntanos un poco sobre ti y tu familia.
He tenido el privilegio de trabajar con MHRH por dos años y medio, y la bendición increíble de conocer a Michelle. Siendo parte del equipo del MHRH, he aprendido y crecido espiritualmente y profesionalmente. Cuando no estoy activa en las responsabilidades del ministerio, puedes encontrarme disfrutando un buen café con mi esposo, con quien tengo casi 9 años casados. O estoy en mi casa, jugando con mis hijos de 3 y 7 años, inventando aventuras, leyendo libros, y enseñándoles a hornear. Disfrutamos apoyar a actividades locales y también acampar e ir a parques de naturaleza. También he disfrutado tener una guardería de niños en mi hogar por 6 años, que ocupa varios días de mi semana.
¿Cómo llegaste a ser parte del equipo del Ministerio Hermana Rosa de Hierro?
Una amiga mutual de Michelle y mí vio que ella estaba buscando asistente, y la amiga también sabía que yo había estado buscando una forma productiva para poder bendecir a otros, específicamente usando el español. Ella recomendó que hablara con Michelle. Tuvimos una conversación muy buena, y comencé como voluntaria con el ministerio, que luego se convirtió en un trabajo con horas más formales. Ha sido una experiencia increíble en la cual he crecido mucho, y también es una bendición enorme para mi familia y yo ser parte de algo tan maravilloso como MHRH.
¿Cuál ha sido tu experiencia con un grupo pequeño del MHRH?
Primero participé en un grupo estudiando ¿Quién Tiene La Ultima Palabra? Sólo éramos unos 5 o 6, el tamaño de grupo perfecto para que todas se sientan comodas a compartir. El grupo tenía mujeres de diferentes edades, en diferente etapas de sus vidas, y eso tambien nos ayudó en el dinámico de poder compartir y traer diferentes perspectivas al estudio. Todas crecimos tanto por medio del grupo y el estudio, tanto en nuestras vidas personales como también más cerca a Dios y unas a otras. ¡Era todo lo que debe ser!
En el segundo estudio que participé, estudiamos Llamada a Escuchar. Era un grupo un poco más grande que el primero, pero suficientemente pequeño donde todas podían participar y compartir pensamientos y peticiones de oración también. Disfruté muchísimo este estudio también porque para mí, las lecciones sobre las formas diferentes en las que estamos llamadas a escuchar a Dios estaban presentadas en una forma tan práctica, y fácil de incorporar en la vida diaria.
¿Qué significancia tienen los grupos pequeños para ti ahora?
Pensando en pequeños grupos ahora no me hace sentir nerviosa como antes. Pienso en los dos estudios en los que participé, y una sonrisa viene a mi cara. Las risas y lágrimas que a veces compartimos en estos grupos me han cambiado para lo mejor, y estoy emocionada de ser parte de otro grupo pequeño pronto! Sé que es un lugar seguro para ser quien soy y verdaderamente compartir lo que hay en mi corazón. Aprecio también que otras mujeres en el grupo también comparten de sí misma, porque ésta es la forma de ser conocida de verdad.
¿Cómo has visto a otras bendecidas por los grupos pequeños (grupos en los que te has participado o cosas que has escuchado de otras Hermanas Rosa de Hierro a lo largo de las Américas)?
He visto mujeres crecer espiritualmente, y en relación las unas con las otras, por medio de estos grupos pequeños. Comenzamos los grupos como extrañas y de pronto estuvimos reuniéndonos como amigas, abrazándonos, compartiendo libremente cosas que estaban pasando en nuestras vidas y expresando preocupaciones juntas.
Otras nos han comentado cuánto los grupos pequeños les hacen parar a pensar de una forma diferente, y como es “la mejor parte de su semana venir al grupo pequeño.” Para algunas, es el único lugar donde pueden venir y compartir a un nivel más profundo.
¿Hay algo más que quieres compartir de tu experiencia?
He sido parte de otros grupos pequeños, de diferentes iglesias, viajes misioneros, y otros grupos, pero de verdad tengo que decir que he aprendido más en estos grupos. La forma en que estos estudios están hechos, te hace ir más profundo, descubriendo más sobre Dios, y ti mismo, y tus relaciones con otros. El tema de cada capítulo es tan fácil de conversar con las damas en tu grupo, y reuniendo cada semana para hablar de estos temas te hace crecer tanto. Si has preguntado si debes participar en un grupo pequeño, o comenzar un grupo nuevo con uno de estos libros, de verdad te animo hacerlo. Sólo estarás bendecida.
Erica, ¡muchas gracias por compartir tu historia y tus experiencias!
Invitamos a nuestros lectores a responder a Erica por este blog. Y también a tener una experiencia similar por los grupos pequeños. Para más información sobre nuestros recursos, contáctanos. Nos encantaría ayudarte.
#HermanaRosadeHierro #historia #grupospequeños #bendicion
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Había un paralítico que llevaron a Jesús de una manera única en Marcos 2. Fue bajado en una camilla por el techo con la ayuda de cuatro amigos. Es una historia poderosa de amistad, apoyo, fe, y otra oportunidad en que Jesús aprovecha para enseñarles algo importante.
Toma un momento para leer la historia en Marcos 2:1-12. (Está copiado y pegado abajo para que no tengas las excusa que requiere tiempo buscar la cita.)
Mi pregunta es la siguiente... ¿Cuál personaje eres?
* el enfermo en la camilla con necesidad de apoyo y sanación
* los cuatro amigos cuya fe hizo que Jesús le perdonara los pecados al paralítico (Sí, fue la fe de ellos, no la fe del paralítico que le sanó. ¿Lo notaste en el versículo 5?)
* los maestros de la ley escépticos que dudaban de Jesús
* un observador que había llegado antes para escuchar a Jesús, maravillado de lo que Jesús hizo ese día
Sin importar el personaje que seas hoy o en esta temporada de la vida, te animo a que tomes la oportunidad para llamar a cuatro personas y pides que te levante en oración al Padre por algo en que quieres ser sanada. Comprométete orar por ellos también. A veces, nuestra fe nos permite creer más en la sanación de otro que en la nuestra. ¡Que nos bajemos por el techo y nos levantemos al Padre!
Unos días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm, corrió la voz de que estaba en casa. Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera frente a la puerta mientras él les predicaba la palabra. Entonces llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico. Como no podían acercarlo a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde estaba Jesús y, luego de hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: —Hijo, tus pecados quedan perdonados. Estaban sentados allí algunos maestros de la ley, que pensaban: «¿Por qué habla éste así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?» En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban pensando. —¿Por qué razonan así? —les dijo—. ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: “Tus pecados son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Él se levantó, tomó su camilla en seguida y salió caminando a la vista de todos. Ellos se quedaron asombrados y comenzaron a alabar a Dios. —Jamás habíamos visto cosa igual —decían. (Marco 2:1-12 NVI)
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