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Cierra tus ojos, y escucha el sonido de la risa de un bebé. ¿Existe un sonido más agradable de escuchar, que puede levantar tu boca a formar una sonrisa muy grande?
Una de las mejores partes de mi día es darlos mis hijos un baño como parte de su rutina a dormir. Con mi hijo que tiene dos años, tenemos una tradición en la que le envuelvo en una toalla, lo levanto en mis brazos, y al caminar hasta el espejo, nos vemos, y comenzamos a cantar “Frosty la muñeca de nieve,” (solo la primera parte) con lo mas volumen que podemos. Mientras cantamos, también hacemos muecas chistosos, como cinco o seis veces. De allí, la risa inicia, y no se para.
A mi hijo de seis años le encanta jugar con palabras, buscar e inventar palabras que riman. Podemos estar en cualquier lugar, haciendo juegos con palabras hasta que reímos.
El ser madre y la vida en general no son siempre una risa. Estamos ocupadas. Estresadas. La vida es pesada. Si solo pensamos en cuán dificil son las cosas en cualquier momento, y no tomamos el tiempo para reírnos un poco, encontrar gozo en los momentos que Dios nos da. Es como si dijeramos, “No, ahorita no gracias,” al precioso regalo de gozo que Él anhela darnos. ¿Puedes imaginar a un niño pequeño decir, “No, no quiero este regalo que me esta ofreciendo” a su padre o a su madre que le está ofreciendo uno de los mejores regalos del mundo? Si no podemos imaginar un nino hacer eso con sus padres, ¿cómo es que nosotros podemos hacerlo todo el tiempo con nuestro Padre celestial? Yo creo que al aceptar Su regalo precioso de GOZO, le demos felicidad a Su corazón.
¿Puedes aceptar con gozo el regalo que Él te esta ofreciendo hoy? Sé abierta. Él nos lo da liberalmente, con manos abiertas. ¡Disfrútalo!
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Recién salimos de viaje en el carro e íbamos a estar manejando toda la noche de regreso a Denver, Colorado. Habíamos pasado el fin de semana visitando a mi abuelo, en su granja en el estado de Iowa. Yo estaba sentada atrás con mi sobrino, Kadesh, que estaba por cumplir los dos años.
Kadesh Austin fue nombrado por su bisabuelo Dean Austin, y resulta que tienen más que sólo el nombre en común.
Al empezar el viaje, saqué mi iPad para escribir un poco, pero Kadesh tenía otra idea. Quiso tomarme de la mano para poder quedarse dormido. “Toma mi mano, Aunt M.” Y, ¿quién soy yo para discutir con él por eso? Cerré el iPad y tomé el tiempo para tomarle de la mano.
Miramos las estrellas, nos maravillamos de la luna llena, y señalamos los carros que nos iban pasando. En muy poco tiempo, se quedó dormido y volví a mi tarea de escribir, contenta de haber tomado su mano y disfrutado del amor mutuo y la relación entre nosotros.
Me recordó un momento similar, sentados en el sofá con mi abuelo ese mismo fin de semana. Tenía a una nieta a cada lado y, sentados allí, nos tomamos de la mano. Nos tomamos de la mano antes de comer. Nos tomamos de la mano para ayudarle a pararse del sofá. Pasamos muchos momentos especiales y fortalecimos el vínculo como familia al tomarnos de la mano.
Te animo hoy a tomar la mano de alguien, un niño, un abuelo, tu pareja, una amiga… Hay muchos que apreciarían ese toque amoroso, y serás bendecida al hacerlo.
Dios nos invita a apartar un momento y tomarle de la mano todos los días. Durante tu tiempo de oración hoy, imagínate tomada de la mano de Dios al hablar con Él y escucharle en oración. Imagínate en Su mano derecha.
En esta temporada, muchos toman el tiempo para celebrar al bebé Jesús, Dios que se hizo carne y habitó entre nosotros. Emanuel, Dios con nosotros, el mejor regalo de Presencia.
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