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~ Contribuido por una Hermana Rosa de Hierro anónima
Estaba leyendo Hechos 13 esta mañana y noté algo que nunca antes había visto. Lucas habla de los maestros de la iglesia primitiva y menciona a Manaén (que se había criado con Herodes el tetrarca).
Reflexioné en cómo Dios coordina arregla las cosas para que personas de fe estén el lugares de poder. Mis pensamientos me llevaron a pensar cómo Moisés y Manaén decidieron usar el conocimiento que obtuvieron en esas situaciones versus cómo Faraón y Herodes usaron la misma crianza. Sé que Faraón y Moisés no se criaron juntos, pero en los dos casos, tomaron decisiones para poner a Dios como primera prioridad o no. También pensé en José, Daniel, Sadrac, Mesac,, Abednego, y Nehemías—cómo cada uno decidió perseverar en su fe cuando empleados en posiciones de poder.
La mayoría de nosotras, como mujeres, no nos encontramos en posiciones de poder político, pero estamos en posiciones poderosas para pasar la fe a la siguiente generación.
En mi caso, había una consecuencia grande por mi salud mental al mantenerme firme, a pesar de la desconfianza de mis suegros cuando quedé embarazada. Sé que una fe fortalecida me hubiera ayudado a enfocarme en la aprobación de Dios y no en tratar de mantener mi convicción mientras traté de guardar la paz en la familia.
Sin embargo, decidí perseverar en la fe. Y me recompensa fue un hijo que me está ayudando a sanarme, quien estudia verdades espirituales más profundas y más grandes que yo jamás había estudiado, y quien enseña y anima a mí y a otros a perseverar en la fe. Doy gracias a Dios por esa bendición poderosa en esta etapa de mi vida.
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Pues bien, la fe, en el sentido en el que utilizo ahora esa palabra, es el arte de aferrarse a las cosas que vuestra razón ha aceptado una vez, a pesar de vuestros cambios de ánimo. Ya que el ánimo cambiará, os diga lo que os diga vuestra razón. Lo sé por experiencia. Ahora que soy cristiano tengo estados de ánimo en los que todo el tema parece muy improbable. Pero cuando era ateo tenía estados de ánimo en los que el cristianismo parecía terriblemente probable. Esta rebelión de vuestros estados de ánimo contra vuestro auténtico yo ocurrirá de todas maneras. Precisamente por eso la fe es una virtud tan necesaria: a menos que les enseñéis a vuestros estados de ánimo «a ponerse en su lugar» nunca podréis ser cristianos cabales, o ni siquiera ateos cabales, sino criaturas que oscilan de un lado a otro, y cuyas creencias realmente dependen del tiempo o del estado de vuestra digestión. En consecuencia es necesario fortalecer el hábito de la fe.
El primer paso es reconocer el hecho de que vuestros estados de ánimo cambian. El siguiente es asegurarse de que, si habéis aceptado el cristianismo, algunas de sus principales doctrinas serán deliberadamente expuestas a vuestra mente todos los días. De ahí que las oraciones diarias, las lecturas religiosas y el acudir a la iglesia son partes necesarias de la vida cristiana. Se nos tiene que recordar continuamente aquello en lo que creemos. Ni esta creencia ni ninguna otra permanecerá automáticamente viva en la mente. Debe ser alimentada. Y, de hecho, si examinásemos a cien personas que hubiesen perdido su fe en el cristianismo, me pregunto cuántas de ellas resultarían haber sido convencidas de su supuesta invalidez por medio de argumentos. La gente, ¿no se va, simplemente, apartando de la fe?
Tomado de Mero Cristianismo por C.S. Lewis