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Hoy, les dejo con la letra de una canción con buena reflexión sobre la paz.
Paz, paz, cuán dulce paz
En el seno de mi alma una dulce quietud
Se difunde inundando mi ser,
Una calma infinita que sólo podrán
Los amados de Dios comprender.
Coro:
¡Paz!, ¡paz!, ¡cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da;
Yo le ruego que inunde por siempre mi ser,
En sus ondas de amor celestial.
Qué tesoro yo tengo en la paz que me dio,
Y en el fondo del alma ha de estar
Tan segura que nadie quitarla podrá
Mientras miro los años pasar.
-Coro-
Sin cesar yo medito en aquella ciudad
Do al Autor de la paz he de ver,
Y en que el himno más dulce que habré de cantar
De Su paz nada más ha de ser.
-Coro-
Alma triste que en rudo conflicto te ves,
Sola y débil tu senda al seguir,
Haz de Cristo tu amigo, pues fiel siempre es,
¡Y Su paz tú podrás recibir!
-Coro-
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Me cuesta dormir. Me acuerdo de mis sueños locos cada mañana, así que me hace pensar que no llego a la profundidad de sueño que se requiere para dormir bien aun cuando me caigo dormida por fin. Además, funciono mejor de noche, soy más productiva y creativa. No sirvo tan bien por las mañanas.
Esa situación se me dificulta bastante los domingos por la mañana... un local caluroso hace que mis párpados sean aún más pesados a la hora de la prédica. A veces me paro al fondo para poder mantenerme despierta y atenta.
Recientemente, en un tiempo devocional, leímos Salmo 121, donde menciona que Dios no duerme ni se adormece. Una connotación es que ni siquiera Le da sueño. ¡Qué bendición! Dios me está cuidando y está atento a todo lo que hago y lo que los demás hijos suyos hacen - sin un parpadeo, sin que le de sueño.
Qué reflexión de tanta paz. Puedo descansar segura sabiendo que Dios no se adormece. Él está en control de todo. Y eso me llena de paz.
"A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel. El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre." (Salmos 121:1-8 NVI)