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“¡Alégrate, oh Israel! Vendrá, ya viene Emanuel.”
El coro de esta canción navideña fue cantado con mucho gusto y energía por mi sobrino de seis años durante el culto de adoración el domingo. Su exuberancia fue incomparable y su fe ejemplar. El hecho de que murmuró la letra de las estrofas no afectó para nada la manera, llena de fervor, en la que él se regocijó en cada coro.
Mi alma resonó con el grito de su corazón, “¡Oh ven, Emanuel!” Nos regocijamos en el hecho de que “Dios con nosotros” fue una profecía predicha (Is. 7:14) y una promesa cumplida (Mt. 1:22-24). Lo más bello es que no era algo de “una vez y ya.”
Por el Espíritu Santo, celebramos Emanuel diariamente para quienes creen y que han sido bautizados, dando la bienvenida a “Dios con nosotros” a ser “Dios en nosotros.”
Emanuel, para mí, se ha convertido en una invitación y recordatorio de mantener a Dios al frente en mis pensamientos y acciones. Además, si Dios es para mí, ¿quién contra mí?
O ven, o ven, Emanuel.
Sé el autor de mi vida.
Rescata mi alma cautiva.
Consuela y compunge.
Redime y recuerda.
O ven, o ven, Emanuel.
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Las manos de Dios, Jardinero
Escrito por Dena Moore
Sus manos ya tenían arrugas y estaban marcadas con manchas oscuras debido a la edad. A menudo estaban cubiertos de suciedad y estropeadas por espinas mientras ella labraba la tierra y tendía su jardín. Ella solo necesitaba pasar sus manos por la tierra para darse cuenta cuáles plantas iban a florecer y cuales se marchitarían. Con un solo dedo de su mano y un solo golpecito en la tierra le daba la señal a mi abuela si su jardín necesitaba ser regado o no.
De labrar la tierra a la siembra de semillas, y hasta nutrir las plantas del semillero delicado, parecía que mi abuela siempre sabia lo que hacía falta hacer. Mientras su jardín crecía ella podaba las plantas sin duda porque sabía que, si no removía las ramas que no eran lo suficientemente fuertes para desarrollarse bien, éstas solo le harían daño al crecimiento de el resto de la planta.
Así como mi abuela sabía cómo y dónde plantar su jardín o cuando podar las ramas descontroladas, así también Dios nos esta plantando, nutriendo, y podando. Lo sabemos por lo que dice Juan 15:1-17. Según este pasaje, se nos ha dado una vid fuerte y verdadera como base de la cual crecemos. La vid verdadera es Jesús.
Cristo Jesús es la vid verdadera, nosotros las ramas, y Dios es el jardinero, quien amorosamente atiende y poda las ramas para que puedan ser fructíferas.
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