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Escrito por Deanna Brooks, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
En Marcos 14, mientras Jesús comía con Simón el leproso, una mujer se acercó y lo ungió con nardo puro, un ungüento costoso. Cuando la criticaron, Jesús respondió en el versículo 8: "Ella hizo lo que pudo" (NVI).
¡Qué hermoso reconocimiento del regalo que esta mujer anónima dio de su corazón!
A lo largo de las Escrituras, se nos habla de otros que "hicieron lo que pudieron", aunque esa declaración exacta no se usa para describir sus acciones.
La esposa de Noé... ¿Has pensado en el papel que ella desempeñó al animar a Noé mientras él seguía las instrucciones de Dios de construir el arca? No se nos dice nada acerca de ella más cuando se hace referencia a ella como "la esposa de Noé" (Gn 6:18, 7:7, 7:13, 8:16, 8:18), y sabemos que era fiel.
En Éxodo 2, Jocabed protegió a su hijo pequeño cuando preparó una canasta impermeable y lo colocó en el río Nilo. Luego dejó a su hija pequeña, Miriam, para que la cuidara. El cruel faraón quería destruir a todos los bebés hebreos varones y el corazón de Jocabed debió haber estado apesadumbrado cuando colocó a su bebé en el Nilo, sin saber lo que sucedería, pero confiando en Dios. Dios estaba obrando, y cuando la hija del faraón lo encontró, Miriam se ofreció a buscar a alguien que amamantara al bebé... Y esa persona fue la propia madre del bebé. Jocabed pudo pasar esos primeros años con su hijo.
En Josué 2, Rahab es descrita como una prostituta, pero cuando llegaron los espías, se dio cuenta de que servían a un Dios más grande que los dioses cananeos que había conocido y los protegió escondiéndolos bajo el lino que se secaba en su techo.
En 1 Samuel 25, Abigail fue a David con comida para sus hombres, reconociendo que su esposo, Nabal, había hecho mal al negarse a alimentar a los soldados. Su corazón generoso debe haber llamado la atención de David porque se convirtió en una de sus esposas después de la muerte de su esposo.
La viuda de Sarepta (en Sidón) preparó comida para Elías con sus últimas provisiones, y debido a su bondad, su harina y aceite nunca se agotaron durante la hambruna (1 R 17:8-16).
Ester se convirtió en reina y violó el protocolo al acercarse al rey Jerjes sin ser llamada por él después de escuchar las palabras de Mardoqueo: “¡Quién sabe si precisamente has llegado al trono para un momento como este!” (Est 4:14). Al hacerlo, salvó a su pueblo, y por ello los judíos celebran la Fiesta de Purim hasta el día de hoy.
El ángel Gabriel se acercó a María, diciéndole que daría a luz un hijo. La respuesta de María a Gabriel en Lucas 1:38 fue: “Aquí tienes a la sierva del Señor. Que él haga conmigo como me has dicho”. Era virgen, pero estaba dispuesta a ser el recipiente de algo que no entendía.
Durante el ministerio de Jesús, hubo mujeres que lo siguieron, y Lucas 8:1-3 nos dice que ellas proveyeron para Él de sus posibilidades.
En Hechos 9 leemos acerca de Dorcas, quien usó su aguja y tela para hacer ropa para las viudas necesitadas.
Ninguna de estas mujeres hizo nada "grande" que atrajera a los medios de comunicación. Hacían cosas que formaban parte de su vida cotidiana.
En Éxodo 4:2 Dios le preguntó a Moisés: “¿Qué tienes en la mano?” Era una simple vara de pastor, la que más tarde, Moisés llevaría en su mano cuando la extendió sobre el mar Rojo y vio cómo se abrían las aguas: "Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco" (Ex 14:16).
Estos y otros ejemplos de fidelidad los vemos a lo largo de las Escrituras... de gente que usaba lo que tenía... debe animarnos a usar nuestros talentos.
Pablo escribe en Col 3:23-24: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor”.
Cuando miramos lo que estamos haciendo en nuestra vida diaria, ¿estamos haciendo lo que podemos como si lo estuviéramos haciendo para nuestro Señor, Jesús el Cristo?
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Escrito por Marbella Parra, voluntaria para el Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Honduras
Al leer la Biblia, podemos encontrar muchas historias ejemplares de mujeres que, con lo que tenían en sus manos, hicieron cosas importantes que influyeron en la vida de otros y dejaron una huella en la eternidad. En el Nuevo Testamento, podemos encontrar un relato de una mujer que ungió a Jesús con un perfume muy costoso, y al ser criticada por los presentes por “desperdiciar el perfume”, Jesús la defendió diciendo: “Ella hizo lo que pudo” (Mr 14:8). Él está reconociendo su entrega sincera y su disposición a dar lo mejor que tenía, sin importar la crítica de los demás. No se le exigía más de lo que podía ofrecer, pero su acto de amor y devoción quedó registrado como un ejemplo para todos. Estas palabras resuenan como un recordatorio de que Dios no nos llama a hacer lo imposible, sino a ser fieles con lo que tenemos, ya sea con nuestro tiempo, talentos, recursos o esfuerzos. Se trata de vivir con una actitud de entrega y confianza en que Dios usa cada pequeño acto hecho con amor para Su gloria.
Como mujeres de Dios, hemos sido desafiadas a poner en práctica la sabiduría en nuestro diario vivir, como dice Mateo 7:24: "Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca" (paráfrasis). La sabiduría no es simplemente conocimiento acumulado, sino acción basada en la verdad divina.
La mujer que ungió a Jesús no esperó un momento perfecto ni la aprobación de los demás; simplemente actuó con amor y gratitud. De la misma manera, cada una de nosotras tiene oportunidades diarias para hacer lo que podemos con lo que Dios ha puesto en nuestras manos. Tal vez sea una palabra de aliento, una oración, un acto de servicio o un sacrificio personal que, aunque parezca pequeño, tiene un gran impacto en el Reino de Dios.
En mi caso, mi madre ha sido un gran ejemplo en este sentido. Me enseñó que, a pesar de no tener experiencia trabajando con niños, podía servir en el ministerio infantil y aprender a desarrollar mis dones para Dios. Me enseñó que, a pesar de no tener el don para hablar en público, podía enseñar a otras jóvenes y niñas con mi vida y mis enseñanzas. Me enseñó que el Señor me podía usar en Su obra, si ponía mi vida a Su disposición. Así que, puedo decir que ella fue un ejemplo para mí de que, aunque no tenía tal vez todos los dones que ella creía que necesitaba, su amor y disposición de servir a Dios fueron más grandes, ella siempre se esforzó por dar lo que podía y estaba a su alcance para Dios.
Estoy segura de que cada una de nosotras nos esforzamos a diario por darle lo mejor a Dios, y debemos valorar eso para seguir motivándonos a hacerlo mejor cada vez, según las capacidades que tengamos. Hoy quiero animarle a pensar en las cosas que le estamos dando a Dios y nunca menospreciar nuestro esfuerzo y dedicación, siempre que sea con amor desinteresado.
Practicar la sabiduría como mujeres de fe implica edificar sobre la roca, tomar decisiones con discernimiento y actuar con valentía. No se trata de tenerlo todo resuelto, sino de avanzar con lo que Dios nos ha dado en este momento. Que al final de nuestro día, podamos escuchar en nuestro corazón la dulce afirmación del Señor: “Ella hizo lo que pudo”, sabiendo que cada acto hecho con amor y obediencia tiene valor eterno.
¿Qué puedes hacer hoy, con lo que tienes en tus manos, para honrar a Dios y bendecir a otros?