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Francine Rivers escribió una novela de ficción inspirada en los eventos del libro de Oseas y la relación entre Oseas y su esposa prostituta, Gómer. Disfruté tanto del libro que lo he leído dos o tres veces en inglés y una vez en español.
Rivers crea una una demostración de amor, bien diseñada que sigue fiel después de la traición. Para quienes han leído el libro, creo que todas hemos anhelado un Michael (el personaje paralelo al de Oseas) en nuestras vidas. Él representa más que un príncipe azul que llega en un caballo blanco para rescatarnos. Personifica el amor redentor verdadero de nuestro Padre celestial.
Después de todas las infidelidades, traiciones, su adoración de otros dioses, la compasión de Dios no falla.
»¿Cómo podría yo entregarte, Efraín?
¿Cómo podría abandonarte, Israel?
¡Yo no podría entregarte como entregué a Admá!
¡Yo no podría abandonarte como a Zeboyín!
Dentro de mí, el corazón me da vuelcos,
y se me conmueven las entrañas.
Pero no daré rienda suelta a mi ira,
ni volveré a destruir a Efraín.
Porque en medio de ti no está un hombre,
sino estoy yo, el Dios santo,
y no atacaré la ciudad.»
»¿Habré de rescatarlos del poder del sepulcro?
¿Los redimiré de la muerte? »
Hosea 11:8-9, 13:14
Así como comprobó en su relación con los israelitas, Dios está dispuesto comprarnos de nuevo cada vez – cuando le fracasamos, le traicionamos, o adoramos a dioses ajenos.
“Cómo amo el gran Redentor. Hace tanto en mi vida…” Su amor redentor me rescata de lo más feo y pesado de mi vida. Su misericordia y gracia extienden más allá de nuestro entendimiento limitado del perdón.
¿Qué significa el amor redentor de Dios en tu vida?
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Mi sobrino de dos años, Kadesh, y yo tenemos una relación muy especial. Le hablo en puro español y a veces eso deja a otros fuera de la conversación. Sin embargo, nuestro mundo está a punto de cambiar. En el mes de julio, va a llegar un hermanito o una hermanita a la familia.
Kadesh nació dos semanas después de que mi mundo relacional se cambió por completo (el shock de un rompimiento de relación dos meses y medio antes de la boda). Kadesh ha sido un bálsamo de sanación, una fuente de gozo y amor desde los primeros cariños en Denver recién nacido. A los seis meses me visitó para empacar la casa y nos reímos con las caras llenas de aguacate. Desde que tenía ocho meses, he tenido la bendición de vivir en el sótano de su casa – pues, la casa de mi hermana y cuñado.
Le encanta bajar al sótano a leer libros en mi cama, “arreglar cosas” en el cuarto de ejercicio con sus pequeñas herramientas, jugar con los carros, vaciar el gabinete de los libros, tipiar en la computadora como me observa tipiar tanto, o cualquier otra cosa que podamos inventar allí.
Kadesh sabe que “la tía M” siempre está para él. Cuando ella se va de viaje, hasta un viaje de semanas, está disponible por Skype o FaceTime y siempre vuelve.
Tomando en cuenta el vínculo especial que Kadesh y yo compartimos, cuando me enteré de la pronto llegada de otro bebé, dudé si iba a poder amar a ese segundo bebé al mismo nivel que amo a Kadesh. Y dudo que soy la única que ha experimentado esos temores: ¿Se va a dividir mi amor? ¿Voy a tener suficiente amor de corazón para los dos? ¿Se puede repetir ese vínculo tan especial?
Hace unos días, noté la barriga creciente de mi hermana debajo de su ropa. Con lágrimas en los ojos, puedo afirmar que se han callado mis temores. No he conocido al otro sobrinito(a) – ni una foto por resonancia ecográfica. No sé el nombre ni el género. Pero el amor por ese bebé ya se está creciendo de maneras inexplicables.
Me acuerda del amor de Dios – un amor profundo que se expande sin límites. No nos ama menos por amar a otros. Entre más ama, más capacidad tiene de amar. El amor multiplica, nunca se divide.
Que sientas el profundo amor de Dios y la anticipación de su expresión continua de amor en tu vida – un amor redentor que voy a describir con más detalles mañana.