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Escrito por Michelle J. Goff, fundadora y directora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
En Mateo 28, escuchamos las últimas palabras de Jesús antes de su ascensión. El versículo 18 nos recuerda que toda autoridad en el cielo y la tierra le fue dado.
19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mt. 28:19-20)
“Vayan” y “hagan discípulos” son los dos mandatos de alta importancia como las instrucciones finales de Jesús. Las dos maneras en las que cumplimos el mandato de hacer discípulos son bautizándolos y enseñándolos. Luego, al final, escuchamos la promesa que Jesús estará con nosotros. ¡Amén!
Estas facetas de la Gran Comisión son íntegramente conectadas al Gran Mandamiento: amar a Dios y amar a otros. ¿Podemos hacer discípulos fuera de una relación con Dios u otros? La enseñanza sería limitada a una lista de instrucciones o información rutinaria sin una relación. “Enseñándoles a obedecer” es diferente que “contarles lo que deberían obedecer”.
No puedo enseñar bien a alguien cómo hacer una arepa sin primero presentarle esta comida venezolana. Podría decirle qué hacer, hasta darle instrucciones detalladas, pero los niveles de frustración de las dos estarían muy altos si no le pudiera demostrar cómo hacerlas. Por consiguiente, si mi estudiante se siente derrotada y sus arepas no le salen bien, es menos probable que las vuelva a hacer.
Al contrario, si le explico cómo hacer arepas, paso por paso, parada a su lado e ilustrando con mis propias manos embarradas cómo preparar la masa y formar las arepas, cuándo voltearlas y cuándo están listas para comer, mi estudiante se va a sentir más equipada para seguir en el proceso. Luego, nos sentamos y seguimos nuestro tiempo juntas al comer y profundizar nuestra relación, creamos un lindo recuerdo y formamos una conexión.
La próxima vez que mi amiga estudiante quiera hacer arepas, está preparada para tener éxito y, si surge un problema, ¡ella sabe exactamente a quién puede llamar! Hasta celebraremos juntas cuando me mande una foto de su familia comiendo sus arepas imperfectamente formadas. Estará practicando y desarrollando sus habilidades. Y no está sola. Su confianza creciente en cómo seguir las instrucciones ha sido animada por su maestra. Se deleitan en compartir una buena comida y las dos se sienten inspiradas a volverlo a hacer.
La enseñanza y el aprendizaje se realizaron en una relación.
La visión del Ministerio Hermana Rosa de Hierro es equipar a las mujeres a conectarse con Dios y con otras más profundamente. Los principios fundamentales de esa visión y nuestro tema para el 2023 vienen del gran mandamiento (Mc. 12:30-31) y la gran comisión (Mt. 28:18-20), inspirados por la imagen de Jesús como la Vid verdadera y nosotros como las ramas llamadas a dar fruto (Jn. 15). ¡No podemos cumplir ninguno de esos mandamientos fuera de las relaciones! A través de las entradas del blog, eventos virtuales y otros recursos, vamos a enfatizar los aspectos relacionales de estos tres textos bíblicos: “Enseñando y aprendiendo a través de las relaciones.”
Primero y, ante todo, nuestra relación con Dios es fundacional.
4 Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. 5 »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. (Jn. 15:4-5)
Segundo, el “mucho fruto” de nuestra relación con Dios será más discípulos, lo que nos regresa al pasaje de Mateo 28. ¡Me encanta cómo Dios une todo y lo lleva al punto de partida!
Tercero, las relaciones continuas con Dios y las unas con las otras se reiteran por el resto del Nuevo Testamento. La narración de Lucas de la iglesia primitiva, las cartas de Pablo, los recuerdos de Pedro y también las instrucciones de Juan y Santiago dan afirmaciones de la importancia de las relaciones.
Si no estás familiarizada con estos versículos o no conoces la bendición de estas relaciones, te invitamos a conectarte con estas promesas y mandatos. Mujeres, especialmente queremos ilustrar estas verdades fundamentales en las maneras en las que Dios nos ha llamado a enseñar y aprender a través de las relaciones.
Este año, seguiremos el mismo patrón establecido en el blog para el 2022. Los martes describirán enseñando y aprendiendo a través de las relaciones de la Biblia. Los jueves ilustrarán una dinámica similar en las relaciones de nuestras propias historias. Historias bíblicas y las historias que dan gloria a Dios… ¡hay muchísimo para enseñar y aprender!
¡Gracias por acompañarnos! Seguiremos presentando el tema a través del mismo ejemplo de Jesús en enero. Luego, en febrero, nuestro mes establecido de oración, seguiremos las historias de la Biblia y “las historias de Dios”, especialmente en nuestras relaciones y comunicación con Dios.
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Escrito por Michelle J. Goff, Fundadora y directora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
La Iglesia de Cristo en Blockton, Iowa, era una iglesia pequeña en la frontera entre Iowa y Missouri, establecida por Joshua Florea, padre de diez hijos. Su hija mayor tuvo un hijo, Glenn, quien tuvo dos hijos, Charles y Dean. Esos hermanos se convirtieron en granjeros vecinos al norte del terreno donado por Florea para el local de Tent Chapel y un cementerio. Otra hija de Joshua, Maude, tuvo un hijo llamado Elvis, quien luego tuvo un hijo llamado David, mi papá.
Generaciones de la familia Florea se congregaban juntas. Maude (la abuela Goff) fue conocida por dirigir los cantos desde la primea fila, cantaba a voz en grito orgullosamente los himnos para mantener a otros con buen ritmo y tono. Esta comunidad rural granjera de familia y vecinos se reunía los domingos por la mañana para adorar, compartir comidas y la comunión fraternal. Se regocijaban cuando otros se regocijaban y lamentaban cuando otros lamentaban.
Avanza unas décadas a 1966… Charles y Dean Cobb, ya casados, se enteraron de la muerte de Elvis y el quebranto mental de su esposa, Ruth. Dean y su esposa Evelyn luego vieron que los dos hijos de Elvis y Ruth, mi papá y mi tía Vickie, pasaron dos años en un orfanato. Aunque nunca tuvieron sus propios hijos, Evelyn eran maestra de un solo salón. Dean pensaba que manos adicionales en la granja quizás les ayudarían y que podrían ser una bendición mutua. Entonces, en el 1968, a las edades de 15 y 13 respectivamente, mi papá y mi tía llegaron a vivir con su primo lejano, Dean, y su esposa de sólo diez años, Evelyn.
Como niñas, mis hermanas y yo, no éramos conscientes de toda la historia, y sólo estoy compartiendo una partecita aquí… Nosotras visitábamos a “Grammy” (la madre de sangre de mi papá, Ruth) y la llevábamos por un día de paseo fuera del hogar de cuidado donde vivía. Pasaríamos una semana en la granja con el abuelo (Dean) y la abuela (Evelyn), explorando su granero, montándonos en la cuatrimoto, pescando en el laguito, haciendo galletas y disfrutando el maíz de Iowa y otra comida maravillosa de la cocina de mi abuela.
Todavía puedo oler la mezcla de aceite del tractor, la tierra y el sudor en la ropa de trabajo desgastada de mi abuelo cuando lo abrazaba. El juego Scrabble y hornear con mi abuela eran tradiciones anuales. Su receta de galletas de gelatina se convirtió en mi propia tradición navideña.
Aunque nunca hubo ninguna adopción formal, nunca hubo duda de que esos abuelos eran familia. Mi papá fue adoptado en su familia y por esa misma razón, nacimos en esa misma extensión de su amor y apoyo.
Los abuelos no le dieron su apellido, pero tampoco mi papá va a heredar su apellido porque tuvo cuatro hijas. Ninguno está enfadado por esa falta de legado de nombre porque la herencia más importante es una de fe y amor.
Nuestro patrimonio es parte de nuestra identidad, pero no nos define. Puede que conoces la historia de tus raíces o no. Puede que tienes más preguntas que orgullo. Tu herencia puede ser llena de quebranto y destrucción en vez de cuidado amoroso.
Sin importar nuestra historia ni herencia, hemos recibido la oportunidad bellísima de unirnos a una familia de fe, a ser adoptados por el mejor Padre que uno quisiera tener.
3 Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. 4 Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor 5 nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, 6 para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado. (Ef. 1:3-6)
La adopción implica incluir a alguien en los derechos y privilegios familiares, las tradiciones y los legados. Comparto el canto bullicioso de Maude Goff y el amor por enseñar de Evelyn Cobb. Nací a un legado generacional de fe y con la historia de la familia Florea de establecer nuevas congregaciones. Pero cuando mi papá y mi tía quedaron solos como huérfanos, ya no conectados a ese legado y a los que podían modelar esa fe y sus tradiciones, fueron adoptados de nuevo a esa misma familia.
Es como si fueran comprados de nuevo o traídos de vuelta. Fueron dados la elección de aceptar la oferta de un nuevo hogar o familia, de ser “adoptados”. ¿Cuál escogerías? Toca a cada uno de nosotros decidir seguir el legado de vivir como adoptados.
Mi familia ha sido tocada por la adopción íntima y directamente. Dos veces. Damos gracias a Dios por mis abuelos, pero nuestras gracias mayores y eternas son a Dios por Su adopción de nosotros como Sus hijos e hijas.
¿Has aceptado el regalo de adopción y herencia eterna?