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El viernes por la mañana, visité al Centro de Retiros Ponderosa donde vamos a realizar un retiro en octubre. Me emociona ver todo lo que Dios hará en preparación por el evento.
Al reflexionar sobre la información que me dieron en mi visita, recibí un correo electrónico de la casa editorial con la cual hemos estado negociando un contrato para el libro ¿Quién tiene la última palabra? Hace quince días, estaban listos para ofrecer un contrato, pero el mensaje que me llegó el viernes fue que había unas reacciones diversas sobre el libro, así que estuvieron inseguros para tomar el paso de extender un contrato.
Me quitó el aliento y aunque confié en Dios para guiarnos en la mejor dirección, con ese correo, habíamos tomado un gran paso atrás después de tanto progreso.
No hubo tiempo para hacer más que levantar una oración a Dios y pedir las oraciones de otros antes de seguir al retiro el fin de semana. Mis pensamientos me atormentaron y no quise perder el enfoque en lo que Dios me había llamado a compartir con las hermanas durante el retiro.
Entonces, ¿qué pude hacer? Leí Salmo 20 al menos cinco veces en inglés y español, dejando que la verdad de la Palabra de Dios me apoderara. Tomé las lecciones que iba a enseñar el fin de semana del Salmo y el enfoque del libro ¿Quién tiene la última palabra? y di la última palabra a Dios. Cuando sentí desanimada y las mentiras de Satanás me atacaron, dependí de la Palabra para alentarme.
Te invito a ir a la Palabra para contestar las mentiras de Satanás y recordar que Dios está en control de todo. Nos va por delante y por detrás. Es mayor que cualquier circunstancia. Y eso fue lo que me trajo gozo en medio de la batalla y victoria cuando enfrentada con el desánimo.
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El Salmo 20 termina con “¡Concede, Señor, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!” Por lo tanto, en la última clase para el retiro de damas de la Iglesia de Cristo de Eastside, nos enfocamos en la diferencia entre la victoria personal y la victoria para el Rey de Reyes – es decir, no siempre salen las cosas como quisiéramos, pero somos parte del equipo ganador.
Como partícipes del equipo ganador, llamemos en celebración (Salmo 20:5 y 9), no sólo en dolor (cuando estés angustiado… Salmo 20:1).
Dios quiere que recordemos la victoria, así que asignó a 200 cantantes en el libro de Esdras y 245 en el libro de Nehemías para proclamar la victoria en canción. El Purim fue establecido en el libro de Ester para recordar la victoria cada año y cantarla en celebración.
En vista de las indicaciones dadas por el Señor, para cerrar el retiro este fin de semana, pedí que las hermanas se pararan en un gran círculo y que cantaran la canción “Así es que vencemos” (tomada de los versículos en Ester 9:22 y Jeremías 31:13).
Después de cantar, leímos la oración de Mateo 6 como una oración levantada al Padre y un recordatorio de que estamos pidiendo victoria para el Rey – venga su reino y hágase su voluntad – no la nuestra.
Finalmente, leímos Salmo 20 la una a la otra, verbalizada como una oración sobre las hermanas en Cristo presentes. Nos miramos en los ojos al leer versículos como, “¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones!” y “Ahora sé que el Señor salvará a su ungido.”
Pero el momento más especial para mí fue cuando llegamos al versículo 7. “Éstos confían en sus carros de guerra, aquellos confían en sus corceles… “ El volumen aumentó y la certeza creció al terminar el versículo en una sola voz “PERO NOSOTROS CONFIAMOS EN EL NOMBRE DEL SEÑOR NUESTRO DIOS.” Poseyeron el versículo. Lo creyeron. Y se fortalecieron al recordarlo más allá del retiro.
Se me pararon los pelos y me salieron las lágrimas, humillada por la proclamación sencilla y sincera de esas mujeres. Le pido a Dios que Uds. también posean ese versículo y las promesas del Salmo 20.


