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Hoy, les dejo con la letra de una canción con buena reflexión sobre la paz.
Paz, paz, cuán dulce paz
En el seno de mi alma una dulce quietud
Se difunde inundando mi ser,
Una calma infinita que sólo podrán
Los amados de Dios comprender.
Coro:
¡Paz!, ¡paz!, ¡cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da;
Yo le ruego que inunde por siempre mi ser,
En sus ondas de amor celestial.
Qué tesoro yo tengo en la paz que me dio,
Y en el fondo del alma ha de estar
Tan segura que nadie quitarla podrá
Mientras miro los años pasar.
-Coro-
Sin cesar yo medito en aquella ciudad
Do al Autor de la paz he de ver,
Y en que el himno más dulce que habré de cantar
De Su paz nada más ha de ser.
-Coro-
Alma triste que en rudo conflicto te ves,
Sola y débil tu senda al seguir,
Haz de Cristo tu amigo, pues fiel siempre es,
¡Y Su paz tú podrás recibir!
-Coro-
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¿“Perdonar y olvidarlo”? o ¿”Engáñame una vez, culpa tuya. Engáñame dos veces, culpa mía”? ¿Cuál es correcto?
El perdón es complicado. Satanás distorsiona nuestra definición de él. Trata de minimizar el perdón de Dios. Y confunde nuestro entendimiento de lo que significa perdonar a otros.
Hoy, te quiero recordar de la paz que viene por el perdón verdadero.
El estado de paz para quienes han sido perdonados y quienes descansan en ese perdón es tan profundo que sólo se entiende al probar el perdón verdadero de Dios.
En Cristo, ya no estamos atados por nuestros pecados. Hemos sido perdonados y liberados de su engaño. Por lo tanto, podemos ofrecer ese perdón a otros.
El estado de paz para quienes han perdonado y quienes pueden descansar confiando en nuestro Padre misericordioso es alcanzable también.
¿Has probado la paz que viene por el perdón? ¿Crees que es posible?